El reloj de bolsillo

  • Un extraño viene a verme

    Un extraño viene a verme
    Era una tarde de diciembre más en la que yo me encontraba expuesto en el interior de la joyería de la Plaza Moyua que habitaba entonces. Estaba distraído cuando, de pronto, vi que una sombra se aproximaba cada vez más. Unos ojos me miraban fijamente y decidió llamar la atención del joyero para llevarme con él. Me metieron en una caja y la cerraron. Aquí empezó mi extraño viaje.
  • El día de Navidad

    El día de Navidad
    Me pasé varios días encerrado en aquel rectángulo oscuro. Los primeros días tuve suficiente con reponerme del traumático ajetreo que supuso para mí el incierto camino desde la joyería al inhóspito lugar de destino. Cuando hube recobrado la paz me vi envuelto de nuevo en un incómodo vaivén. No tuve tiempo de descanso; el miedo y las ganas de volver a ver la luz me invadían. De pronto, escuche ruidos y, sin esperarlo, vi los ojos de un niño. Entendí que era su regalo de Navidad.
  • Period: to

    Los años que compartimos

    Pese a que los primeros días no me hizo mucho caso (él prefería haber recibido como regalo la bicicleta que pidió en la carta) con el paso del tiempo fue llevándome con él; me enseño a sus amigos, presumía de mí, y juraría que estuvimos juntos todos los días. Él se preocupaba mucho de la hora, por lo que siempre se encargaba de darme cuerda cuando lo necesitaba. Además, me cuidaba muy bien, y se pueden contar con los dedos de una mano las veces que recibí un golpe.
  • La despedida

    La despedida
    Llevaba ya un tiempo que me costaba cada vez más mover mi segundero. Muchas veces llegaba cinco minutos tarde a las doce en punto y, evidentemente, eso fue un problema para mi querido dueño. Pese a que se mostraba reticente, acabó accediendo a los deseos de su mujer, que estaba harta de que llegara todos los miércoles después del trabajo a la sesión de cine. Como yo hace 46 años, otro reloj llegó a la casa. Sin embargo, este no era como yo; tuvo la mala suerte de ser un reloj de pulsera.