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El Bocho

  • inicios

    inicios
    Para entender la historia del vocho, debemos entender primero la vida de su creador, el Doctor Ferdinand Porsche, un genio que nació el 3 de septiembre de 1875 en Maffersdorf Rechts Der Neisse, en lo que ahora es la ex Checoslovaquia y que en ese entonces formaba parte del imperio Austro-Húngaro
  • Arranca el taller

    Arranca el taller
    el 18 de abril de 1894, con una carta de recomendación para Bela Egger, el dueño de la Compañía Eléctrica Unida, ubicada en la calle Fernkorngasse #16. Bela puso a trabajar a Ferdinand de inmediato, barriendo el taller y engrasando la maquinaria. Pero su talento era manifiesto, y en cuatro años ya estaba a cargo del taller experimental, donde consiguió dedicarse por completo a su gran pasión, que era la electricidad.
  • Guerra...

    Guerra...
    Corría el año de 1911, y Europa había comenzado a armarse para la inminente Primera Guerra Mundial. Muy pronto, Ferdinand se vio construyendo aviones y dirigibles equipados con motores potentes y ligeros.
  • Stuttgart Nuevo Hogar

    Stuttgart Nuevo Hogar
    Finalmente, el 1 de enero de 1931, Porsche abrió su taller en Stuttgart. Eligió esta ciudad porque era el corazón de la industria automotriz alemana, en la que había muchas fábricas de refacciones, talleres de máquinas y herramientas
  • una ciudad para la fabrica

    una ciudad para la fabrica
    Como la planta Dagenham, recién construida por Ford en Inglaterra (1932), la fábrica de Volkswagen debía disponer de una ciudad propia donde vivieran sus trabajadores. Los primeros “afortunados mortales” que tuvieron la suerte de conocer la belleza del trabajo en ese lugar, fueron obreros desocupados italianos, procedentes de Colonia, que el dictador Benito Mussolini había prestado a su camarada del Eje de Berlín. De igual forma, se emplearon prisioneros estadounidens
  • El nombre Volkswagen crece

    El nombre Volkswagen crece
    El año 1948 marca un año histórico para Volkswagen, ya que el 5 de enero llegó a Wolfsburg un ejecutivo que anteriormente había trabajado para una subsidiaria europea de General Motors, el Ing. Heinrich Norhoff, de 50 años, quien se dirigió a sus 8,400 trabajadores y les dijo: “De todos y cada uno de nosotros depende que el nombre de Volkswagen se eleve a las máximas alturas o se hunda en el más profundo precipicio”.